El otro día, pensé en el poder curativo de las flores y las plantas.
Como cada una de ellas tiene una medicina-vibración-resonancia-energía concreta que encaja como la pieza que faltaba en el puzzle de nuestras desarmonías humanas, nuestras enfermedades, dolencias, dolores del alma… convirtiendo al bosque, a los campos y a las selvas en una fuente que puede cubrir todas nuestras necesidades.
Y pensando en lo sabio que es el Universo, que todo tiende a buscar el equilibrio, todo tiene un sentido y misión, todo vibra emitiendo una resonancia… pensé en que quizás nosotros fuésemos también piezas esenciales con medicina para enriquecer y armonizar esta tierra.
Que a pesar de haber actuado como una sociedad dormida que saquea el planeta, lo ensucia, no respeta, toma todo dando por hecho sin ver ni agradecer… tenemos algo hermoso e infinito en Nosotros: nuestra capacidad de AMAR.
Y quizás podamos ser como esas flores que con su presencia, su energía… cubren una necesidad en el mundo
Ser “frecuencias andantes” que acarician la piel de la tierra volcando su amor en Gaia.
Que toman el agua del río y del mar en sus manos derramando en ella su gratitud y su dicha.
Que bendicen las cosechas ajenas mientras caminan por los campos.
Que abrazan árboles, que saludan a las aves y a los insectos, que acarician con la mirada a cada ser con el que se encuentran… abarcando distancias inmensas con el poder electromagnético de su corazón.
Quizás las flores, los árboles, los animales… estén esperando que sus hermanos humanos vayamos despertando de nuestro sueño, para volver a compartir compasión, dulzura… y otros dones que tenemos.
Que seamos Medicina para Nosotros,
y para el Mundo.
Tenemos esa capacidad latiendo en nuestro ser.
Myriam Aram
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