
Ella cayó en la cuenta de que LAS HORAS SE LE ESCAPABAN VELOCES ENTRE LOS DEDOS.
De que no le daba tiempo a sentirse tranquila, plena, dichosa… y a la vez hacer todo el trabajo, los recados, los planes y reuniones sociales, los cuidados a los suyos, al hogar…
Así que tomó una decisión: simplificar su día, empezar a elegir con consciencia QUÉ ES LO QUE IMPORTABA REALMENTE.
Sus brazos se abrieron con dulzura pero con determinación, dejando caer citas, obligaciones auto impuestas, quehaceres que otros daban por hecho que le correspondían, y otras circunstancias que no estaban alineadas con su prioridad de embellecer su vida, de tener más tiempo para ella a diario, de escoger lo que hacía vibrar su corazón.
Ella comprendió también que, por mucho que quisiera, TODOS SUS AÑOS FUTUROS NUNCA SERÍAN SUFICIENTES PARA CONCLUIR AQUEL CAMINO DE SANACIÓN Y CRECIMIENTO PERSONAL que había comenzado hace tiempo…
y rindiéndose a aceptarlo, se vio liberada al instante de su presión interna, curada de su propia obligación de ser perfecta, luminosa, buena…
Vio que la sabia Vida nunca le había pedido tal cosa.
Que las horas son música al compás al que bailan los cuerpos celestes y las estrellas en el firmamento,
que pasan veloces para enseñarnos a aprovechar el tiempo y a danzar bonito.
Ella supo que la manecilla que seguiría a partir de ahora no sería la de un reloj,
sino la de la brújula que habitaba en su pecho.
Myriam Aram
Feliz danzar bonito, amigos <3