
La Ostra quiso abrirse al mundo y al hacerlo, pronto notó un dolor punzante: un molesto grano de arena había entrado en ella.
La Ostra no podía deshacerse del grano de arena
así que, día tras día, aprendió a trasformar el motivo de su dolor
en una preciosa esfera nacarada de valor inmenso: la PERLA.
Los Seres Humanos también tenemos esa capacidad.
Podemos transformar esas “piedras molestas y dolorosas” de nuestra vida
en las más valiosas Perlas de Consciencia y Sabiduría.
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Myriam Aram
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A por esas perlas, amigos ;)