Como el árbol llama al rayo en la tormenta,
como el Sur reúne a las grullas en invierno
y la órbita del Sol atrae a la Tierra,
mi alma llamaba a la tuya en el espacio-tiempo.
Con una campanada de luz tu alma y mi alma se reconocen.
Como un cruce de caminos eternos nuestros ojos se encuentran.
Y no conozco tu cara, ni tu cuerpo, ni tu voz en esta vida,
pero reconozco bien tu esencia.
Gracias por este reencuentro,
por los momentos de alegría y las enseñanzas difíciles,
por la lección de aprender a poner límites,
de amarme y saber cuándo es hora de alejarme.
Gracias por venir a cumplir Nuestra Antigua Promesa.
Myriam Aram
Dedicado a todos los seres maestros de lecciones alegres o duras en nuestra vida, y a nosotros, maestros en las suyas.
Un abrazo muy fuerte.
Feliz martes amigos <3
© Copyright de los textos: Myriam Aram