La Anciana Druida dibujó con polvo blanco un Gran Círculo alrededor del Santuario Sagrado, ese bosque de manzanos y robles que crecían entorno a uno de los manantiales de la isla de Avalon.
–Tú eres como este Santuario –le dijo a su Aprendiz–. CADA VEZ QUE CEDES ante algo o alguien para no tener discusiones, cada vez que aceptas lo que tu Alma no quiere por miedo al enfrentamiento, a la incomodidad de vivir un dolor o malestar, a perder el amor de ese ser, a ser rechazada o juzgada… ROMPES TU CÍRCULO BLANCO DE PROTECCIÓN.
Aceptas, sin darte cuenta, que otros entren en tu campo energético y, en su ignorancia, se lleven tu Luz y tu Poder, permitiendo que tu Santuario interior se profane y deteriore –le advirtió con gravedad.
Y apoyándose en su bastón de sauco, la Anciana añadió–: ATRÉVETE A TENER EL CONFLICTO NECESARIO, hija mía, aunque te dé temor, aunque no sepas qué sucederá a continuación. Atrévete ir a la guerra cuando esta sea necesaria y tu ser la requiera para crecer, recordándote y marcando de nuevo las líneas que delimitan tu Territorio Sagrado.
Enfréntate a ti misma pues tú eres la Guardiana de tus Puertas, pero también la que vulnera constantemente tus fronteras.
Atrévete, porque la mujer que no sepa establecer sus límites, respetarlos y hacer que se respeten, está destinada a ser invadida y conquistada.
Myriam Aram
© del Texto Myriam Aram
