–CONFÍO PLENAMENTE EN EL UNIVERSO –le garantizó a las baldas blancas de su pobre nevera,
que tiritaba medio vacía a causa del estricto racionamiento al que la tenía sometida por miedo a la escasez, por miedo de perder su trabajo, por miedo a…
El motor de la nevera entró en refrigeración con un pequeño ruidito,
como si le hubieran oído con un sistema de neveras comunicantes.
Quizás en el otro lado hubiera una nevera abierta y un operario del Universo escuchándole.
Esa idea le hizo reír.
–Vas a ser mi Caja Mágica de la Abundancia –decretó llena de ilusión–. ¡Más poderosa que la lámpara de Aladino y con más fondo que el bolso de Mary Poppins! A partir de ahora, decreto que siempre estarás llena de cosas deliciosas.
Al cerrar la puerta de la nevera, vio su propio reflejo en la superficie plateada.
Esa imagen la impactó y dejó de sonreír de golpe.
Tuvo la certeza entonces de que era ella la que estaba “cerrando la puerta” a todo aquello que no terminaba de lograr.
Myriam Aram
Hora de sanar, amigos.
Hora de ver esas creencias que nos limitan. Esas heridas de esta y otras vidas.
Hora de soltar el dolor, y avanzar por amor a nosotros y a la vida que hemos soñado vivir.
